De las ausencias presentes.
- Admin
- 22 oct 2020
- 3 Min. de lectura
Sobre el jurado que seleccionó las obras que participan en esta convocatoria de la Muestra Estatal de Teatro nos llegó un rumor de que éste estuvo conformado por Eduardo Broka, Ana María Anadón y Giuseppe Verástegui. Con mucho conocimiento de causa, habría que preguntarles cuáles fueron los criterios utilizados para seleccionar los trabajos presentados y si hubo más trabajos o simplemente se le dio entrada a todos. Sobre todo, queda entredicho si hubo filtros de calidad o nomás emularon ser partícipes de otra convocatoria más en la que todo quien postule queda seleccionado. Pierde uno la emoción y, paulatinamente, el interés.
En fin, que este año tampoco se restringió que un mismo director participara en distintos montajes (para evitar, quizás, los alborotos del año pasado en que un director, cuyo nombre no quiero recordar, se hizo de prestanombre para presentar dos trabajos en dicha muestra).

Grupo: Zankus Teatro
Obra: Ícaro sin Dédalo
Autor: Jesús Medina
Dirección: Diana Rendón
Lo bueno....
Es interesante que podamos ver una faceta distinta a la vista ayer en la dirección de Diana Rendón, puesto que en esta ocasión trabaja con Jesús Medina. Ninguno de los dos empezó a hacer teatro ayer, por fortuna. Por un lado, es evidente porque en este trabajo de dirección no hay cortes de cámara ni ediciones de ningún tipo (que por cierto la convocatoria misma dice que no puede haber ediciones especiales dentro del trabajo entregado) y, por otro lado, un actor que estamos acostumbrados a ver arriba de los zancos y haciendo un poco de clown.
Es notable, en ese sentido, ver a "Chucho" salirse de su zona de confort, porque significa arriesgarse a jugar en un terreno que desconoce y que salga bien librado de ello. Pero además, es aún más notable que se haya dedicado a escribir una historia que es incluso poética desde el punto de vista mitológico, en que el ave que ahora no está se llame Ícaro, lo que nos invita a pensar en que él es Dédalo, pero no como una copia de la mitología... O, bueno, sí, porque a fin de cuenta, aunque no fuera por Minos, éstos personajes se encuentra atrapados por algo igual de poco creíble: el Covid 19. Las reflexiones que hace durante la casi media hora que dura el acto no hablan sólo de la pandemia (es más, me atrevo a decir que la pandemia es un mero pretexto), sino del ser humano aprehensivo, que no sabe soltar, que no deja ir aquello a lo que se aferra.
Que el espacio estuviera bien delimitado, abona muchísimo también a que la historia se vuelta mucho más teatral que lo que hemos venido viendo (excepto en el caso de H20) y, también, que ésta iniciara con Show me how to live, de Audioslave, no es para nada gratuito y, por el contrario, aporta mucho a lo que vendrá después. Para quienes no la han visto, al final de la reseña les dejo la liga.
Lo malo....
Aunque se aplaude el riesgo, es justamente la monotonía presente en el actor lo que hace que, de pronto, uno pierda la atención de lo que está pasando (sin saber si es una cuestión de la dirección o del actor, pues ambos han presentado momentos más explosivos en sus montajes anteriores). Es decir, todo este romanticismo alrededor de Ícaro llega a caerse porque no hay una progresión dramática en una historia que se prestaba por completo para derramar una que otra lagrimita. Digo esto, no porque tenga que estar ahí el momento de llorar, sino porque hay una carencia en lo que nos pueda llegar a hacer sentir como espectadores.
Detalles más, detalles menos, ese último movimiento de cámara era quizás innecesario, pero comprendo también que tiene que ver con algo muy elemental en el ejercicio dramático: un cierre. En este caso parece no haberlo, y si lo hay está completamente desdibujado. Tanto, que la cámara necesita acercarse y hacer un fundido a negros para que entendamos que ya, se acabó. El fundido resulta como el oscuro en el teatro, donde es muy eficaz para ayudarnos a entender que fue el fin de algo, pero en este caso, en lo digital, más que en lo tecnoteatral, no funciona, pues aún así la gran pregunta que queda es "¿ya se acabó?".
La moraleja...
Las poéticas teatrales nos obligan a reinventar mitos. Muchos de éstos ya fueron contados y recontados (Ayuso de Vicente, 1997 p.188). Lo interesante de éstos es ver cómo le hacemos para no caer en los lugares comunes. La de Ícaro, es una historia que ha tenido distintas versiones y no en todas es ésta ave que luego cae. Habría que revisar las demás y generar trabajos con un poco más de seso.
¿No has visto la obra? Vela aquí:
La invitación:
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