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Martes de 2x1 en la Muestra Estatal de Teatro 2018 o la prueba de fuego de la nueva dramaturgia taba

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    Admin
  • 15 ago 2018
  • 6 Min. de lectura

Ahora toca el turno a las dos obras que se presentaron ayer en la Muestra Estatal de Teatro Tabasco 2018, pues a nada de terminar, tenían que cortar tiempo en los días de hospedaje del jurado y presentar quizás los dos trabajos más cortos de este, llamémosle, certamen de teatralidades tabasqueñas. Ambas obres fueron escritas por manos tabasqueñas y de entrada ya eso es un punto que deberemos discutir. Pasaremos entonces del circo al teatro por escolares.


Grupo: Zankus Teatro

Obra: De la música al escenario

Autor: Jesús Medina

Dirección: Jesús Medina

Lo bueno...

Es importante mencionar, para efectos prácticos, que el clown, en su origen, y probablemente en su esencia, como arte circense, como hijo directo de la Commedia dell'arte, tiene el principal propósito el divertimento. Si de por sí es una forma de teatralidad que poco se ha impulsado en el mundo, imagínense en Tabasco donde poco se ha visto o hecho al respecto y creo que un punto muy bueno de este trabajo es justamente que aprovechan el recurso del circo, de la commedia all'improviso, como era llamada en sus orígenes (Pavis, P. 1998 p.83) para generar un espectáculo teatral alrededor, también, de la música. Impulsado más que nada porque el director del grupo, además de ser teatrista y promotor cultural, también es músico.


La mezcla que logran entre el vestuario y el maquillaje es también de las cosas que más llaman la atención de este montaje, puesto que es con estos elementos completamente visuales que generaron una atmósfera que de entrada no tenía que ver con la realidad, sino que construía un universo particular que nace de la farsa romana con colores vibrantes que desde la fotografía que presentan en el homologado programa de mano resulta una propuesta atractiva.


Tino aparte es el uso de la música en vivo interpretados por 3 de estos actores que igualmente nos llevan a un viaje en el que después de que la danza, el teatro y la música intentan buscar un protagonismo, se unen para complementar los dos o tres cuadros que presentan al final de la obra.


Hay un ambiente de camaradería evidente y tiene que ver con que llevan ya varios años trabajando juntos y probablemente eso permitía tener una mejor comunicación entre ellos arriba del escenario y con el público, que en el último cuadro formó parte de la puesta.

Lo malo...


Me voy con el comentario de uno de los niños que estaba sentado a dos butacas de mí: «Ese payaso no da risa». No sé a cuál de todos se refería puesto que ciertamente habían 6 en el escenario en algún momento, y aunque esto no es un ejercicio de vox populi, escuchar las reacciones del público al momento de la función también resulta importante, sobre todo cuando este comentario contrastaba con otras tantas risas del público adulto y el punto es, cuestionar si está bien pensado el público al que va dirigido. Me queda claro que se presentan fuera de su espacio regular (la calle), ¿pero qué no debería tener el mismo impacto en uno o en otro que igual en el escénico tradicional recibe el apoyo de la acústica del escenario y el apoyo luminotécnico?


Hablando de este último punto, pese a que el contraste entre las estatuas y el cambiante tono de color del ciclorama generaban un bonito contraste, creo que sí descuidaron la iluminación de los actores ya en los puntos centrales, sobre todo de la parte centro-izquierda del escenario, que no lograba colocar a los actores en sus luces, ni los actores hicieron mucho por acomodarse en su luz, si es que tenían una luz para cada uno de sus trazos.


También debo decir que de la dramaturgia de Jesús Medina o en su misma dirección hay algo que no queda del todo claro y que por lo mismo no funciona, que es el final de la obra, pues le pasó exactamente lo mismo que a la obra anterior: no sabíamos si ya había acabado. A veces el oscuro no es suficiente, pues dentro de su musicalidad, parece no cerrar, no tiene una conclusión, creo que muchos quedamos en la espera de otro sketch justo después del apagón, quizás porque éste volvió demasiado pronto, tanto que en el saludo final los dos payasos que salen al final, no tuvieron tiempo de regresar a su saludo al mismo tiempo que el resto de sus compañeros.

La moraleja...


El riesgo de presentar trabajos que no se salen del teatro clásico, pero que proponen un rompimiento con la cuarta pared en una suerte de involucrar al espectador con la escena (como si esta se expandiera), puede resultar confusa para muchos, atractiva para otros, pero aporta más de lo que puede restar, aún con los comentarios tan encontrados y tan diversos que en estas pocas horas he escuchado de este montaje sin ser esto, repito, un vox populi.


Grupo: Delirante Teatro

Obra: Así es el amor

Autor: Creación colectiva

Dirección: Diana Rendón

Lo bueno...

Primero que nada, debo compartir una fe de erratas, pues este trabajo no pertenece a la Escuela de Iniciación asociada al INBA sino de un taller de teatro de escolares. Y pese a muchos comentarios escuchados hay algunos puntos que podemos rescatar y que son importantes mencionar.


De nuevo, plausible que exista una preocupación por una dramaturgia y por una colectividad que a veces es tan difícil en el gremio local y plausible que se apoye a los nuevos talentos con espacios representativos dentro de estas plataformas (a pesar de convocatoria) y plausible también que se hayan manejado con tanta discreción.


Sobre el montaje, debo decir, que lo primero que me llama la atención es el trabajo de dirección, pues pese a que no es el mejor texto, si se permite jugar con el escenario y con diferentes momentos y técnicas que le dan un soporte jocoso, entretenido y por veces moralizante al montaje y que me recuerda, muchísimo, al trabajo de dirección que alguna vez hizo de 'Ópera pánica' de Alejandro Jodorowsky y es una línea estética y constante que le ha gustado explorar y que se evidencia a nivel de intertextualidad y utilizando un elemento tan simple como cambios de camisas de diferentes colores. OJO: Una buena obra no lo es por el tamaño de su producción o lo que le hayan invertido, sino por la coherencia que existe entre todos sus elementos. En ese sentido, Diana sabe que así como tiene actores que ya llevan algunos años trabajando, también tiene otros elementos (algunos de ellos bastante buenos) que están iniciando en esta profesión.


La iluminación. Teniendo tan pocos elementos de utilería y escenografía nula, apoyarse en la iluminación fue un gran acierto porque vistió perfectamente bien con la ayuda de una línea casi a nivel de proscenio que bañaba a los 9 actores en escena, un ciclorama que de un momento a otro se vistió con los colores patrios y el apoyo completo del puente de luces más cercano al escenario.


Y por último, un punto a favor de los jóvenes actores: su energía. Era una vibra bastante cargada que se proyectaba a perfección al público. Los actores en formación definitivamente tienen todo un camino que recorrer, pero si mantienen esa energía y esas vibras, creo que muchas cosas buenas pueden generarse en ese colectivo.

Lo malo...


Sí es bueno generar una escritura colectiva (repito que es plausible), pero creo que incluso dentro de ello, sería importante poder darle una línea crítica al trabajo. Como muchas veces les digo a mis alumnos: si van a hablar de la segunda guerra mundial, habría que ver qué de ese conflicto armado y así hasta tener una fuente primigenia, que ante las distintas definiciones de amor, de repente parecía que querían hablar de demasiadas cosas, algunas de ellas que parecían completamente innecesarias como, por ejemplo, esas voces contra la opresión en nuestro país, las referencias al 2 de octubre, Ayotzinapa, los del 132 y las múltiples injusticias a nuestro país que se convierte en un panfleto político por momentos y, después, en un reclamo generacional a favor de los Millenials. En ese sentido, en cuanto a su línea temática, parece un mole de olla.


Algunos de sus actores, y lo diré de forma generalizada porque no los identifico en su mayoría, de repente no gesticulaban bien, por lo que algunos de sus diálogos no se entendían del todo.


Específicamente, Gustavo Morales, que en otros trabajos de esta misma muestra nos hubo demostrado una técnica bastante dominada y un nivel de empatía con el público que muchos envidiarían, en éste pareciera desdibujarse. Me hace pensar que trabajó tanto en los otros montajes, que descuidó este en la parte actoral y no sé si eso le haga perder lo que a fin de cuentas (y malamente) es también un concurso.

La moraleja...


Hay que replantearse si vale la pena exponer a los nuevos talentos contra los talentos consagrados de Tabasco (utilizando la palabra contra a modo de contraste y no de contrariar), pero al final la única conclusión que me parece factible a mi modo de ver las cosas es que el Estado ha negado a los grupos escolares y paraescolares tener una plataforma propia para estas teatralidades emergentes y se puedan foguear pasito a pasito.


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Tabasco Al Teatro, 2020

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