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Sobre los procesos de 'Alaska'

  • Javier García
  • 1 may 2016
  • 3 Min. de lectura

Dirigir cuando tienes tantas cosas en la cabeza es en sí una cosa difícil. Tomar el reto de, además, autodirigirse y producir es algo que probablemente piense dos veces antes de volver a hacerlo y a pesar que esta odisea fue complicada, debo decir que también tuvo su lado amable, sobre todo del lado del aprendizaje.

Uno inicia sí, por el principio, que en el caso del teatro es el texto. Leí el maravilloso trabajo de Gibrán Portela hace más de 2 años y me enamoré de él. Por cuestiones que no valen la pena no pude montarla en su momento, pero tan pronto vi una oportunidad la aproveché y ya teniendo conformado mi equipo de producción y parte del elenco empecé a imaginar. Lo primero que pasó por mi cabeza fue la escenografía, como que siempre es lo primero que pasa por mi cabeza cuando empiezo a imaginar; fue lo mismo que pasó cuando monté Post Its de Efrén Sanchez. Finalmente, como la obra misma, la escenografía tuvo un proceso evolutivo interesante y lo que comenzó siendo una caja de madera de 2 metros de cada lado, terminó con las mismas dimensiones siendo de tubos de PVC y una persiana que hacía las de cortina industrializada.

A la par, Iankarla Castillo nos asesoraba como actores en el uso de la voz y en la construcción de nuestros personajes (Miguel en mi caso). Fue quizás la tarea más titánica, pues no considero Alaska un texto fácil ni de memorizar, ni de comprender. En mi proceso personal lo primero que encontré fue la voz de Miguel. Cada uno de los actores tuvo un proceso distinto para encontrar el suyo.

Ya para ese entonces tenía bien concebido cómo quería que se escuchara y se viera todo el numerito y, claro, llamé a esas personas que sabía podían sacar la chamba perfectamente. Ya conocía el trabajo de Misael Sámano como fotógrafo y diseñador y me captó a la primera lo que quería lograr con los carteles. Con Abraham Ramírez ya había trabajado antes y sabía que podía captarme tanto viendo un ensayo como mostrándole las referencias sonoras que tenía en mente a partir de ritmos de las tribus inuits de Alaska y los sonidos creados por Trent Reznor y Atticus Ross para la cinta The social network. Ambos lograron hacer su parte y generar un trabajo de primera.

Ya sabía también que quería que esa caja nos diera un ambiente completamente frío, por eso también decidí que todo eso fuera blanco, como si de un cubo de hielo se tratara. No fue tan complicado encontrar esos elementos en algunas tiendas, aunque, por ejemplo, la mesa tuvo que pintarse, pero sin mayor problemas. La idea de la aurora boreal la encontré representada en pequeños detalles y en los colores que elegí para la ropa de los personajes. ¿Sabías que la aurora boreal en Alaska es verde? Eso me ayudó también a construir un ambiente sí, helado, pero también tropical, pues a fin de cuentas la escena sucedía en algún lugar del sureste (sigo pensando que sucede en Tabasco).

La última parte y quizás la más complicada fue el trazo. Aquí fue de nuevo indispensable la ayuda de Iankarla Castillo pues era prácticamente imposible que yo pudiera ver y hacer. Tracé todo en papel para no perderme en el camino y que saliera algo interesante adentro de la caja. Por ahí escuché comentarios de que no quise arriesgarme a sacarlos de ahí (aunque hay más de 2 escenas fuera), pero para mí era importante que fuera dentro de ese lugar pequeño, reducido, donde se sintiera toda la opresión y 'malaondés' de Jimi hacia Miguel e incluso a veces hacia Martina. Algunos se repitieron varias veces y algunos otros quedaron a la primera, pero invariablemente fue muy difícil estar dirigiendo y tratar de ser Miguel.

¡Y ni hablar de todos los problemas de producción! Pero afortunadamente conté con un experto en aparentemente todo, llamado Ricardo Soler, que le dio solución a varios de los problemas y que, además, comprendió lo importante que era para mí la aurora boreal plasmándola con bellas luces sobre el escenario y con una perspectiva minimalista completamente bella. El concepto completo se completó con sus ideas traídas de un rincón helado del mundo.

Sobre los procesos de 'Alaska' puedo decir mucho o puedo no decir nada, lo que es evidente es que al tratar de actuar desde 3 aristas distintas del teatro (actuación, dirección, producción), es necesario tener al menos a dos personas que te cubran cuando necesitas atender también a un personaje y agradezco a una semana de haber superado esta prueba la grandiosa labor de Iankarla Castillo y Ricardo Soler.

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Tabasco Al Teatro, 2020

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