Día 7: Testimonios de la escena
- Admin
- 19 nov 2015
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Cada día se aleja más del inicio y cada día puede esta, mi primera Muestra Nacional de Teatro, enamorarme con las distintas temáticas que se proponen. Hoy me tocó escuchar unas ponencias maravillosas en el ERI sobre las instituciones culturales y hubo mucho material con el cual pensar para trabajar y reflexionar. Estos participantes tienen coproducctores para sus obras y exponen cómo ha sido el trabajo colaborativo que, a resumidas cuentas, tiene mucho que ver con una disposición de todas partes para lograr lo que el teatro exige: trabajo de equipo. Por ahí Enrique Singer comentaba 3 elementos: financiamiento de proyectos, producción y difusión, entendiendo éste último no sólo como publicidad sino como la creación de los públicos y la elevación del nivel de exigencia de éstos.
Sin duda la intervención más aplaudida fue la de Carlos Corona. Él abogó por una integración de los grupos de teatro, de ver a las instituciones como verdaderas amigas y de dejar de pelearnos entre nosotros, poner sobre la mesa las necesidades en común y no las poéticas de cada uno, pues todas son válidas. Él mismo lo dijo: ‘Perro no come perro y todos pertenecemos a la misma jauría’. Complementado a esto se planteó también cómo las convocatorias generan oportunismo de manera inconsciente y que esto no hace más que seguir dividiendo al gremio, cuestionando, también, los modelos de producción que resultan, por demás, ineficientes y beneficiando a unos cuantos.

Por otra parte, y radicalmente distinto al ERI, la clínica que impartió Conchi León fue una maravilla. Admiro y respeto su trabajo como dramaturga, como mujer, como yucateca y como ser humano. Aquí nos compartió su proceso creativo como escritora a partir de testimonios, de entrevistas, de conocer los hechos y plantearlos para la escena, sabiendo que no se puede copiar la realidad puesto que “los tiempos de la vida no son los tiempos del teatro”. Sobre todo hizo énfasis en que el artista no puede dejar pasar lo que la vida nos pone enfrente porque ahí podemos empezar a contar historias y desarrollar nuestra propia dramaturgia, a partir de nuestra aldea. Esa aldea no es sólo el lugar donde vivimos sino es uno mismo y nuestra aldea siempre nos acompaña a donde vayamos. Debemos aprender a desarrollar un juicio crítico sobre lo que escribimos, sin saturar las cosas y sentarse a escuchar a las personas que no pueden expresar sus inquietudes a través del teatro. Nos pidió una imagen poderosa, una imagen visual. La mía fue sonora, pero es tan fuerte porque es mía que se me quebró la voz, pero de eso ya hablaré algún otro día.
¡Becarios! Tuvimos reunión como cada día sin congreso y esta vez planteamos en mesas redondas nuestras líneas de trabajo, nuestras poéticas. Las compartimos para descubrir no sólo que existen claras tendencias hacia ciertas corrientes estetico-narrativas, sino para darnos cuenta por dónde empezar a crear enlaces y alianzas estratégicas que generen proyectos a partir de una idea en común. Me sorprendió mucho que mencionaran a la Comedia del arte, pero ahora no me parece tan descabellado un rediseño de esta forma de hacer teatro que en su momento fue muy exitoso. ¡A ver qué pasará en los últimos episodios de esta telenovela!

Ahora no me regalaron boletos tantos, sólo vi dos puestas y luego me fui a trabajar en esto y la tarea del máster que no hay modo. Primero vi 'Humboldt: México para los mexicanos' de Ernesto Anaya, un proyecto al que le tenía fe y del cual salí muy decepcionado, pues pese a tener la gran inversión y apuesta por una estética atractiva con todo y videomapping la puesta se cae desde el texto y por consecuencia recae la responsabilidad en la dirección de Davis Psalmon. El texto soso, largo y aburrido mantuvo a más de uno con las ganas de salir corriendo, pero era muy difícil por este sistema de gradas que no fue muy eficiente, pues no podía ver bien las escenas.

Afortunadamente, luego corrimos a ver 'Palimpsesto' de Itzel Lara y bajo la dirección de Carlos Corona. Una propuesta que de entrada parece no proponer, pero que conforme avanza nos revela un mundo de posibilidades a través del propio corazón de Malaquías y sus padres. Sencillamente tierna y conmovedora forma de plantear la pérdida del miedo y la reconstrucción del tejido familiar, literalmente Eliseo tejió la relación con el hijo que no sabía que tenía, y quien, además, no tiene un brazo. Fue muy grato descubrirme lleno de lágrimas en los ojos cada que Malaquías se refería a su padre como 'señor papá' y escuchar a un público realmente conmovido por este enternecedor personaje de la ficción.
Un día bello. ¡Que se repita!
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