Día 5: Dramaturgia indie

Empiezo a creer que hay días muy buenos y días medianos. Hoy en el ERI tuvimos la participación de varios representantes de grupos independientes, pero eran tantos que se volvió tedioso y aburrido, sobre todo porque no se abrió la conversación, que creo que es la parte que todos más esperamos para empezar a generar un diálogo como tal. No se dió. Sin embargo, lo que me gustaría retratar de esta mesa es esta cuestión de independencia y su real significado. Ser un grupo independiente no responde a que haya sido realmente un grupo formado por la ciudadanía o por algún particular inquieto, sino creo que tiene mucho que ver con que no responde a grandes corporaciones (como Ocesa) ni a las entidades de gobierno (como la Compañía Nacional de Teatro). Fuera de eso, me pareció bastante tedioso el asunto muy a pesar de que creo que Antonio Zúñiga cerró bastante bien y pudo captar la atención de quienes ahí estábamos a punto de quedarnos dormidos.

De ahí pasamos a las clínicas. Yo decidí entrar a la del maestro Zúñiga por una cuestión más nostálgica que porque realmente me interesara y me alegró saberme bien interesado al final de éste Taller de procesos de investigación y construcción de un texto dramático a partir de la experiencia con jóvenes de barrio. Para empezar, definiríamos qué era un barrio y sólo comprendí que tenía más que ver con la actividad económica del lugar, más que de las condiciones sociales. Así puede haber un barrio con mucho poder económico y otro con poco. Por ejemplo, la colonia donde se ubica Carretera 45, este grupo de teatro independiente con subvención pública autónoma, antes se consideraba un barrio de tejedoras y ahora es un barrio de impresores a los que no le importa nada más que el negocio y ellos mismos. No van al teatro a pesar de haber intentado involucrar a los jóvenes de la zona en el proceso. Y del proceso dramatúrgico, resulta interesante la construcción a partir de elementos que resultan (en una conclusión muy personal) en la parte de la estructura interna de la obra: género, lugar, personajes, cuadros. No pudo lograrse la construcción colectiva pues no éramos un barrio específico sino personas provenientes de miles de lado, pero se comprendió que en el diálogo está la fórmula.

Finalmente, la Red de jóvenes creadores tuvo su junta preestablecida para discutir los temas que nos interesan y nos preocupan como generación emergente en el mundo del teatro mexicano y descubrimos muchos puntos en común que tienen que ver, sobre todo y por mencionar algunos, con la generación de públicos (o como prefiero llamarle ‘generación de la demanda’), las gestiones, los financiamientos, la reestructuración de la educación teatral en varios estados del país y las problemáticas individuales de cada uno así como la posibilidad de una descentralización no sólo del órgano teatral sino de todo el aparato burocrático-cultural de México.

Ya por la noche tuvimos la oportunidad de disfrutar de dos funciones de teatro. La primera de ellas, '7 billones de habitantes y yo sigo teniendo frío', fue una de las cosas más extrañas que he visto pero, al mismo tiempo, más enriquecedoras. Había momentos de mucho drama, momentos de participación con el público, momentos de risas y momentos de dolor y llanto. Yo salí completamente deprimido de la función, pero esta bella exploración sobre el sentirse tan solo en un mundo tan poblado y en una ciudad como el Distrito Federal parecería una locura.

Luego vimos la versión Yucateca de 'Tío Vania' de Chejov dirigida por Raquel Araujo. En lo personal la agradecí porque está construída desde una estética realista y con diferentes planos tanto desde la sonorización como de la concepción visual de la escena que se llevó a cabo en el patio del Museo Regional de Historia de Aguascalientes. Sin duda una de las propuestas que más me agradaron pese al frío de la noche. Ahora a dormir y a esperar, a tener esperanzas de encontrar aquello que esta noche perdí sin darme cuenta. Espero que así sea. Creo en los hidrocálidos.