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Día 4: ¿Y la lana, apá?

  • Foto del escritor: Admin
    Admin
  • 16 nov 2015
  • 3 Min. de lectura

El día de hoy fue uno de los momentos más maravillosos de la vida porque tocaron temas que son mucho de mi interés por mi carácter de productor teatral y quizás en ese sentido deba ir por partes.

Primero, en el ERI descubrimos distintas formas de contar historias a través de la línea curatorial de Teatro de nuevos creadores y teatro universitario, los cuales se dan a partir de diferentes procesos. La pregunta fue interesante: ¿hasta qué punto se es nuevo creador? Yo creo que dependen de varios factores que no tienen que ver con la edad, sino con qué momento de tu proceso artístico estás porque puedo llevar 7 años haciendo teatro pero mi formación ha sido lenta y aunque siempre he tenido que hacer este trabajo de producción desde el empirismo, a penas 7 años después empecé a reflejar mis propias ideas en la escena y realizar mis propios proyectos teatrales. Me considero, entonces, nuevo creador y lo asumo con toda la responsabilidad.

Segundo, tuvimos el trabajo de la clínica con la dramaturgia del objeto, un interesante ejercicio que, me parece, parte más de la experiencia vivida con el objeto que del objeto en sí. Creo que mi conclusión ahí es que el objeto nos significa un pedazo de mi vida y ese pedazo de mi vida es una historia que contar, sobre la experiencia, sobre un momento, pero partiendo del objeto mismo. Lamentablemente no se pudo concluir el ejercicio, quizás por el tiempo que nos apremió, pero me parece interesante la propuesta de la tallerista: no dejar ahí el ejercicio y trabajarlo para construir, quizás, una propia variante de metodología sobre el trabajo del objeto y de su comprensión dramatúrgica.

Tercero, regresamos al Congreso Nacional de Teatro a una de las mesas más interesantes sobre los financiamientos y las subvenciones, o al menos me he centrado en intentar comprender esta parte por mi carácter también de productor. Me di cuenta ahí de lo mucho que está mal en mi Estado al crear apoyos en los que el producto final no genera una autosustentabilidad del proyecto porque no se permite lucrar con él y eso me parece terrible. Me comentaba más tarde Alejandra Serrano, de Teatro Mexicano, que debería, a través de cartas, exigir una respuesta que dé claridad a esto que, al parecer, sólo pasa en Tabasco, lo cual es terrible. También se habló de los públicos y aquí debo ser muy claro: la gestión de públicos es un tema súper importante. En ese sentido, entonces, ¿hasta qué punto están apoyando y qué están apoyando? ¿Cómo se puede ir más allá del objetivo planteado en el proyecto si no permiten que se autosustente para dejar de depender de esa máquina burocrática? Hay que revisar la Encuesta Nacional sobre Hábitos de Consumo Culturales del 2010 y deja claro que no existe una política para la generación de demanda. Tampoco existe en México una diferenciación LEGAL de lo que significa un espectáculo totalmente lucrativo y un espectáculo o producción de carácter cultural. Creo mucho en que no debemos depender del estado, pero el Estado ofrece alternativas que pueden no ser alcanzables porque no queremos, como teatreros y teatristas, asumir una responsabilidad fiscal. Y sí, es horrible el SAT, pero sabiéndonos administrar podemos llevarlo bien tranquilo y acceder al apoyo de Efiteatro. Me encantó que el tema se llevara al Ágora,, este espacio de intercambio de ideas, y que pudiéramos encontrar puntos que nos pueden ayudar a tener una mejor respuesta del gobierno y creo que en este momento debemos ponernos de acuerdo, a nivel comunidad teatral mexicana, en la generación de una verdadera política teatral incluyente y sustentable, que por la propia naturaleza del teatro puede no lograrse este segundo objetivo, puede seguir teniendo el apoyo de subvenciones públicas, pero ya no ser tan dependientes de ellas.

El final de mi día fue poder asistir al menos a la puesta en escena de 'Mi papá no es santo ni enmascarado de plata' de Antonio Zúñiga (el cuál no me recuerda). Sinceramente a mí sí me gusto, pese a que otros compañeros expresaron lo contrario. El espacio me pareció justamente delimitado y el uso del mismo correcto. La historia permite que el público decida un poco el final de la historia muy al estilo de Brecth con 'El que dijo sí y el que dijo no'. Habría ido a ver 'Inmolación' de Enrique Olmos de Ita, pero un taxi nos estafó, nos dio una vuelta enorme por la ciudad, nos cobró $38 pesos y nos dejó tan tarde en el Teatro Morelos que ya no nos permitieron la entrada. Moraleja: Jamás volveré a usar un taxi en Aguascalientes. Una pena, pues su gente es hermosa. ¡Y pues hasta mañana con otra entrada!

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Tabasco Al Teatro, 2020

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